sábado, 13 de noviembre de 2010

LOS GIRASOLES CIEGOS, Alberto Méndez


Como uno siempre está en continuo creciemiento y abierto a cualquier posibilidad que parezca buena y de la que se pueda aprender algo, aquí os dejo una de las cosas a las que me he acercado este año (obligada por selectividad) y que es una pequeña joyita que transcribe el sentimiento de una serie de personas en el momento posterior a la Guerra Civil española, familias reprimidas en una situación dictatorial.

No quedaros con la imagen que de esta obra quedó plasmada en el cine porque el José Luis Cuerda (el director del film) sólo refleja una parte del libro, hay más historias, inquietantes y comomedoras, historias que, al fin y al cabo, forman parte de nuestra pasado más próximo.

Es una lectura amena y rápida. Animaos!

1 comentario:

  1. Está claro que la Guerra Civil constituye un tema más que recurrente en las principales manifestaciones artísticas de nuestro panorama nacional. Ni qué duda cabe de que ha sido un acontecimiento sociopolítico cuyas secuelas se siguen pagando en nuestra actualidad, la era de la democracia y el libre pensamiento, donde casi no conocemos límites ni fronteras, pero donde somos conscientes, al mirar hacia atrás y en especial a nuestros abuelos y abuelas de la que nos libramos.
    Creo, no obstante, que aunque no lo vivimos, es una etapa que sigue doliendo, aunque de lejos, pero las heridas siguen ahí, porque en definitiva, aquellas y aquellos que creemos en el espíritu libre y en la honestidad de los valores democráticos hemos comprobado el daño irrecuperable que la guerra determinó en las artes, diana de las injustas e inmerecidas censuras.
    Esta historia que nos recomiendas, Mariló, es sólo una pequeña muestra de la excelentísima bibliografía de literatura de guerra, y al pensar en ella me emociona recordar la bellísima novela "La Voz Dormida", de Dulce Chacón, durísimo retrato del mundo femenino en tal cruel momento histórico (desigualdades sociales y sexuales aparte), que desgarró de mi imparables lágrimas ante tanta injusticia e impotencia que tan elegantemente supo reflejar la escritora extremeña.
    De todo lo escrito obtengo una conclusión más que positiva, y es la serenidad que siento al saberme hija de la demoracia, no en vano nacida en el hermoso 1978, hija del comienzo de los nuevos principios de la diversidad, la libertad y el respeto por las vidas ajenas, y qué mejor que la literatura para ofrecernos ese gran escenario, sin olvidarnos de una sangrienta guerra que azotó nuestro país y que debemos contemplar como referente hacia el mejor horizonte al que dirigirnos.

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